A jugar a jugar que el mundo se va a acabar
El Mojito, Madrid, 2001
Primera tímida exposición, sólo con artefactos lúdicos, en el mítico El Mojito. En el montaje me ayuda Claudio Vergara y empiezo a disfrutar de ser mayor sin tener ni idea de qué seré cuando sea grande.
LUDOCÁLOGO
1- El viejo cuento alemán de «cuando el niño era niño…» debe cambiarse al son de un suave y blando movimiento por «cuando el niño siguió tercamente siendo niño…».
2- Los artefactos que se exponen no tienen instrucciones, códigos de barras ni menos esperen ridículas garantías. Por lo tanto, no los tiren contra el suelo ni les prendan fuego porque su irrepetibilidad es abrumadora.
3- Traten de mantenerlos a la vista de cualquier transeúnte (como diría el juguetón de Kafka) con el único y ambicioso objetivo de mejorarle el día al mismo transeúnte.
4- Lo inútilmente práctico de los bichos que se exponen es proporcional al efecto de la guerra en los pasivos pacifistas que contemplamos abrumados e indignados los noticieros mientras comemos aceitunas o nos cortamos las uñas.
5- No llore lágrimas de cocodrilo insatisfecho; ría carcajadas de jirafa enloquecida.
6- No sólo compartiré los complejos respectivos con mis padres, sino y fundamentalmente, todos mis juguetes.
7- No trabaje como humano; juegue como bestia.
8- No guardaré mis juguetes al ordenar mi habitación. Me limitaré a sacarles el polvo para que sus tripulantes tengan mejor vista.
9- No pensaré (mientras juegue) en las Leyes de Extranjería.
10- Todos los juguetes expuestos tienen como musa inspiradora los contenedores de basura, mis tímidas intenciones cleptómanas y los acogedores Todo a Cien con sus miles de aportes occiorentales que a diario nos prodigan.
¡A JUGAR, A JUGAR QUE (SEGURO) EL MUNDO SE VA A ACABAR!